martes, 24 de septiembre de 2013

El atardecer

He visto algunos amaneceres y muchas puestas de sol. Poco extraña a quien me conoce. Para qué yo vea un amanecer sólo puede ser porque no me haya acostado en toda la noche. Y aclaro que no necesariamente por venir de fiesta.  
A un así creo tener suficiente experiencia en ambos acontecimientos para decir que prefiero mil veces la belleza del atardecer. Da igual donde lo vea. En la gran manzana de Nueva York, en un acantilado con vistas al mar Egeo, en un barco en medio del pacífico o en mi humilde balcón contemplando los terrados de mi ciudad. Siempre me parece el espectáculo más bello que he tenido la oportunidad de presenciar.
A veces me entristece porque termina el día, otras en cambio estoy deseando que llegue ese momento y  pienso que en unas horas empezara otro un nuevo día y ese inmenso abanico de colores que ilumina el cielo, me hace creer que mañana será mejor. 
Hace ya algo más de un mes, aquellos que me seguís recordareis que no sabía si continuaría escribiendo petoniadas. Tenía la sensación de estar tocando fondo, pensaba que  para empezar de cero debía hacer cosas distintas.
Con los días todo toma un matiz distinto, como me dijo mi madre "Lo positivo de tocar fondo es saber todo lo que viene desde ese momento es ascender". Y la verdad es que tenía razón, cuando más sola creí que estaba, fue cuando me dí cuenta de los grandes apoyos que tenía.
El tiempo todo lo relativiza y un día contemplando un atardecer te das cuenta  que empezar de cero es cuestión de actitud, no de renunciar a todo aquello que te hace sentir bien, en todo caso identificar aquello que te hace sentir mal y alejarlo de tu vida, aunque te duela.
A nadie le gusta sentirse superado por las circunstancias. Lo pasa mal el que lo siente y las personas que le rodean. El caso es que estos momentos al final son necesarios en la vida para centrarse, aprender y saber realmente que es lo que quieres. Tengo la sensación de haber vivido un punto de inflexión del cual tengo claro que jamás volveré a ser la misma.
Hace un momento mientras estaba escribiendo esto se apago mi ordenador. Como hay cosas en mi que por mucho que pasen los años, me atonten las ostias o me desestabilicen los amores, nunca cambian, pensé "esto ha tenido que pasar por algo". En realidad ha pasado porque se me han actualizado automáticamente algunos programas, pero a mi, me ha llegado más allá. Al reiniciar el portátil he releído lo que había escrito, el ultimo parágrafo se me ha ido de las manos, no expresa mi estado actual, en todo caso hago una reflexión del pasado. Estaba apunto de borrarlo pero he declinado la idea porque el pasado forma parte de lo que soy en mi presente.
Esta es una de las pocas veces que escribo tranquila y sosegada, sin intención de motivar a nadie, solo por lo mucho que extrañaba volver a escribir, resulta ser que sin drama también nace la inspiración. Esta tranquilidad es algo que hacía mucho tiempo que no sentía. Realmente tengo la sensación que ha amanecido otro día. De repente pienso que el amanecer no tiene los colores intensos del anochecer, la mayoría de los que he visto el sueño me podía pero es el amanecer el que abre el día y es durante el día cuando se presentan las mejores oportunidades.