jueves, 8 de diciembre de 2011

La bufanda

Hace una semana me dio por empezar a hacer punto, mi madre hace veinticinco años hizo el intento de enseñarme,  no se si es que yo no estaba preparada o su falta de paciencia hicieron de aquel intento terminara en un estrepitoso fracaso.
A lo que iba, la semana pasada estaba mirando un jersey mio de esos que te pones un día y lo dejas media vida en la silla, así ni limpio ni sucio, estaba pensando que hacer con el, si ponerlo a lavar o guardarlo, entre tanta meditación me quede mirando el punto y pensé que no tenia que ser tan difícil ponerse a ello así que me fui a una tienda que venden lanas.
Entre en la tienda con humildad, le pedí a la dependienta lana y agujas para principiantes, la mujer me pregunto que si sabia empezar y yo que había empezado muy bien con humildad, no se que me paso pero me entro un  ataque de orgullo le dije "claro que si me acuerdo de cuando era pequeña", mentira, mentira podrida... no tenia ni idea pero lo bueno que tienen las nuevas tecnologías y la generosidad de la gente es que hoy en día encuentras vídeos de como hacer de todo.
De esta manera aprendí la semana pasada a hacer punto, delante del youtube, me costo lo menos media hora pero lo conseguí.
Lo que tiene ser novata es que las medidas como que no las pillas y mi primera opción, así para empezar, era hacerme una bufanda pero se me fueron las medidas, aquello parecía una manta. Una manta que se habían comido los ratones porque como muy experta tampoco era, me saltaba algunos puntos y me quedaban agujeros por todos lados. Yo veía que aquello era interminable y hice un calculo de cuantos ovillos de lana podía necesitar para terminar aquella mantabufanda, a bote pronto calcule unos quince, me desesperaba,  siguiendo el consejo de algunas amigas deshice aquella gran hazaña y empecé otra bufanda, esta empezó bien pero en algún momento también me salte otro punto que otro y me quedaron dos agujeritos que casi no se notaban pero que yo sabia que estaban. Estaba dispuesta a continuar tejiendo, total era para mi pero ¿por que tenia que conformarme con algo que no estaba perfecto solo porque era para mi? así que de nuevo volví a deshacer lo hecho y empezar de nuevo. Y así fue, en el tercer intento, cuando mi bufanda de tamaño normal empezó a tener cara y ojos. Ahora ya voy por el tercer ovillo de lana, pero es una bufanda de una sola pieza, perfecta sin mordisco de ratones.
Mientras una hace punto aparte de no fumar, una también piensa, no he podido evitar hacer un símil de mi bufanda con la vida. Para empezar nadie nace enseñado, puede que al principio lo hagas mal pero cuando sabes un poco más vuelves a empezar, esta vez empiezas bien, con confianza pero sin querer las cosas se vuelven a torcer o simplemente no te gustan, es una elección conformarte con lo que te sale o ser valiente deshacer lo hecho y empezar de nuevo. Podemos decir que perdemos tiempo, a nadie le gusta perderlo, pero vale la pena intentarlo porque el resultado de ver las cosas bien hechas no tiene precio.
Me estoy gastando un pastón en lana cuando una bufanda, una hecha en los chinos me sale por 10 euros, pero jamás esa bufanda me ensañara lo que me ha ensañado esta, si de todo se aprende yo puedo decir que he aprendido algo más que a hacer punto y es a no conformarme con lo que hay cuando se que todo puede ser mejor y que el tiempo no se pierde, se invierte.
Por cierto el jersey de la inspiración sigue en la silla.

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