Cuando tienes quince años te sientes mayor, tus padres te ponen límites y se empeñan en decirte que tienes tiempo para todo. En ese momento no les crees, entras en esa irracional rebeldía y piensas que narices sabrán ellos que ya son viejos; realmente no asumes que tenían razón hasta que no te acercas a la treintena. Entonces sientes algo parecido a la pena, aunque la palabra exacta tampoco es esa. Es un sentimiento extraño, en el que ves que el tiempo que has perdido y piensas como aprovechar realmente el que ahora tienes. Claro que hablo de mi experiencia personal, para nada extrapolable a todo el mundo, pero de una manera u otra creo que muchas personas coincidimos.
Lejos de lamentarme y recrearme en el pasado, siempre intento pensar que todas aquellas experiencias erróneas o acertadas, son precisamente eso, experiencias. Y solo cuando has acumulado muchas puedes perdonarte los errores y sentirte orgullosa de los aciertos.
No me arrepiento de haberme casado con veinticinco años, aunque si tuviera una hija no es lo que quisiera para ella. Podría haberme salido bien el matrimonio y seguiría pensando que a las treintañeras solteras se les pasa el arroz. Si a los veintiséis años cualquiera me preguntaba, yo era feliz con mi vida de resignada, observacion que ahora hago desde la distancia y con la sabiduría que me han dado mis pequeñas experiencias.
Ayer me sentí poderosa, me sentí sabia mientras consentía que una persona muy joven sintiera compasión por mi, cosa difícil de creer para todo aquel que me conozca. Solo porque no soy madre y tengo treinta y dos años. No me enfade, no respondí, solo pensé lo atrás que me quedaba ese razonamiento, como explicas a alguien que ha hipotecado su bienestar por amor los próximo dieciocho años, la belleza de un atardecer sobre el mar Egeo, el olor que tiene la Havana o lo impresionante que resulta ver ballenas en libertad en el océano pacifico. No puedes y la verdad es que ni quiero intentarlo. Mi camino me ha conducido al punto en el que estoy, en el que no tengo prisa pero si objetivos que no distan del resto de los humanos pero antes de alcanzarlos, he decicido disfrutar el camino.
Ayer me sentí poderosa, me sentí sabia mientras consentía que una persona muy joven sintiera compasión por mi, cosa difícil de creer para todo aquel que me conozca. Solo porque no soy madre y tengo treinta y dos años. No me enfade, no respondí, solo pensé lo atrás que me quedaba ese razonamiento, como explicas a alguien que ha hipotecado su bienestar por amor los próximo dieciocho años, la belleza de un atardecer sobre el mar Egeo, el olor que tiene la Havana o lo impresionante que resulta ver ballenas en libertad en el océano pacifico. No puedes y la verdad es que ni quiero intentarlo. Mi camino me ha conducido al punto en el que estoy, en el que no tengo prisa pero si objetivos que no distan del resto de los humanos pero antes de alcanzarlos, he decicido disfrutar el camino.
Es curioso como el tiempo te da entre otras virtudes la de verte a ti misma como otra persona. Siempre me he sentido orgullosa de ser como soy, siempre, siempre la verdad puede que no, pero sí la mayor parte del tiempo. Sin embargo, me siento totalmente distinta hoy que hace cinco años y ya no te cuento si me remonto ha hace diez.
Entonces me sorprendo cuando me encuentro con alguien de mi pasado que me recuerda algo que hice, dije o pensé como si hoy en día aun fuese así.
Soy la única que cree que ha evolucionado. Supongo que todo va en función de las experiencias que vayas acumulando en el camino. Pensar que alguien va a terminar mal solo porque en el colegio hiciera el payaso, lo hemos hecho todos, con los años ese payaso es un licenciado que tiene trabajo y de lo suyo. Simplemente porque un día aprendió de sus errores y acertó en sus decisiones.
Hubo una época en que yo iba al colegio solo a calentar la silla, sé que mucha gente aun me recuerda así. A día de hoy, no soy licenciada, sigo siendo algo payasa pero puedo perdonarme haberme perdido en el tiempo porque sé, que lo que no hice en su día fue porque no me dio la gana y decidí dedicar mi tiempo a otras cosas que en ese momento a mi me parecían importantes.
No todo el mundo tiene la capacidad de aprender de lo vivido, sobretodo si no asume la responsabilidad de sus actos, pensar que la culpa es de otros, victimizarse e incluso lapidarse en exceso es negativo.
Mirarte desde fuera, se objetiva contigo, observa tus actos, visualiza los resultados, premiarte un poco y fustigr te lo justo pero aprende porque si las cosas pasan siempre hay un porque.
Mirarte desde fuera, se objetiva contigo, observa tus actos, visualiza los resultados, premiarte un poco y fustigr te lo justo pero aprende porque si las cosas pasan siempre hay un porque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.