sábado, 25 de agosto de 2012

Cambio

Todos aquellos que me conocen saben que los cambios no son mi fuerte, de primeras mi naturaleza tiende a bloquearse y negarse a estos. Cosa que con reflexión y algunos casos porque no me queda otra, termino por aceptarlos y adaptandome a la perfección a ellos.
¿Quien lo diría de mi? ¿Como puedo tener aun esa resistencia al cambio, cuando en los últimos cinco años se ha transformado tanto en mi vida?
Yo, que en apariencia soy tan decidida y segura de mi misma, tengo identificada esa  negación inicial, es una forma poco usual de ocultar el miedo. Si no hay cambio me quedo como estoy. Suena extraño, sí, pero aunque la situación actual no sea del todo buena al menos sé que la controlo, lo nuevo es algo que no conozco, es entonces cuando se plantea ese nuevo reto, el momento que me invade el miedo, pavor a no ser capaz de adaptarme a él o lo que es peor, a equivocarme en una decisión que no tenga marcha atrás.
Esperar que las personas cambien suele ser un error, como me dijo una vez mi amiga Barbara "Sonia, la gente no cambia, la gente descansa", es entonces cuando suelo decir que lo que hacen las personas es evolucionar.
Realmente es eso la esencia de los cambios, la evolución. He cambiado de trabajo muchas veces, ese tipo de cambio siempre lo he elegido yo aunque jamás estuvieron exentos de ese miedo, alguna vez me equivoqué, otras veces acerté. Al final, con los años, llegue a la conclusión que esos cambios eran totalmente necesarios para mi evolución, en este caso profesional.
Hace un año mi jefe me pregunto si me veía trabajando en el mismo sitio dentro de cinco años, yo le respondí que no lo sabía, solo si allí me sentía bien.
Y es cierto que jamás cambiaré y seguiré sintiendo miedo cuando haya un cambio en mi vida, lo que mi evolución personal me ha enseñado es que los cambios son necesarios muchas veces para encontrar la felicidad.
Y son esas cosas las que me hacen sentir que estoy viva. Sentir miedo es humano, como también lo es sentir esperanza, ilusión y la satisfacción que produce saber que todo va bien.
Estancada en el miedo, llámalo también comodidad he vivido años totalmente sin evolución. Es fácil anclarse en eso, una parte de ti lo agradece. Estabilidad, adoro esa palabra, solo en la teoría pero a la práctica esa palabra suele convertirse en algo muy peligroso y es la resignación. Acomodarte a una rutina, acomodarte a que todos los días sean iguales, acomodarte a sentir el control de tu vida.
Durante este ultimo año me he dedicado a observar mis reacciones en función de mis sentimientos, mejor dicho analizar mis sentimientos para entender el porque de mis reacciones, esto me ha enseñado muchísimas cosas de mí, pero también me ha permitido observar más a las personas.
Me he dado cuenta que hay dos clases de personas, las que viven y las que sobreviven. Las que viven, pueden tener vidas estables, algunas están solteras, otras con su pareja e hijos pero no esperan que les impongan cambios ni los demás, ni las circunstancias, si tienen rutina simplemente es porque adoran esa rutina y si se convierte en algo pesado actúan para propiciar el cambio. Por otro lado están los que sobreviven, son aquellos que lo que tienen  ya les esta bien, no esperan demasiados cambios, otros les gustaría las cosas cambien algún día y dicen vivir con resignación lo que les ha tocado vivir ahora. A mis ojos de resignación nada, yo le llamo estar apalancado. Cuando oyes hablar a estas personas siempre esperan que el cambio venga de fuera, tienen que venir tiempos mejores, el tiempo todo lo pone en su sitio, cuando... siempre hay un condicionante externo. Siempre suelen estar lamentandose.
Puedo pensar que yo he sido superviviente mucho tiempo, siempre en estado de espera. Pero un día me toco aprender a vivir y descubrí que aquello que me impidió hacerlo antes se llamaba miedo. Perdí la vergüenza a reconocer que lo tenía y ha decir que aun lo tengo. Aprendí cambiar la palabra "no puedo" por decir "lo haré, a mi ritmo, poco a poco, para que se me pase el miedo".
Este ultimo mes en mi vida han habido varios cambios, alguno me lo han impuesto, el más importante lo he promovido yo, me ha costado mucho propiciarlo, siempre tenía la excusa  y la lamentación, estaba "apalancada" como digo yo. Mis excusas, las que quieras, de mis lamentaciones solía hacer chistes. Pero hoy cerré definitivamente la puerta del pasado y vivo en cambio,  hoy de nuevo tengo ganas de escribir. Tengo miedo porque no se como serán ahora las cosas, me tendré que adaptar, lo sé y es lo estoy haciendo. Lo que no recordaba es esa dulce sensación que aparece cuando va retrocediendo el miedo, se llama ilusión.

 

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