martes, 19 de febrero de 2013

Evolución

Se dice que la inspiración nace de dentro y cuando el creador esta melancólico, herido, triste o simplemente un poco borracho, su ingenio se agudiza. Solo los verdaderos genios son capaces de transmitir sentimientos en cualquier momento indistintamente de cual sea su estado de animo.
Yo, soy una simple aficionada, no puedo negarlo y solo escribo cuando me mueve algo. Aunque he aprendido la lección, ya no hablo explícitamente de aquello que me trastorna y utilizo aquella sensibilidad para dar salida a otras cosas que no se apreciar en otros momentos. Como es ahora el caso.
Hace aproximadamente unos seis meses escribí una entrada de las que más orgullosa me he sentido desde que inicie esta pagina. No sé si la recodáis, se llamaba "Cambio". Ciertamente en esos momentos empecé una serie de cambios en mi vida que me daban bastante respeto.  Sentía miedo al principio pero decidí dejarme llevar. Casi lo conseguí y llegué a disfrutar de ellos. Pero de repente llega un momento en el que el cambio ya esta terminado y estar acomodado no es suficiente, entonces entra la evolución.
¿Ha que llamo yo evolución? El cambió ya se ha producido, nos hemos adaptado y acostumbrado a el, eso tiene claramente unas consecuencias, es el momento de evaluarlas. Supongo que la evaluación es fácil, solo tengo que ver si me siento mejor o peor que hace seis meses.  La verdad es que no sé la respuesta, lo que sí sé es que soy distinta. Yo realmente no he cambiado, sigo siendo Sònia Petònia. La que habla por los codos, la que se despista con cualquier cosa, la que canta a todas horas aunque lo haga fatal, la que tiene ese pronto tan malo y la que tiene una difícil relación con su GPS, esa soy yo. Bueno soy muchas más cosas y mucho mejores que estas pero estas son las primeras que se me han ocurrido que en estos seis meses no han cambiado, ni evolucionado y salvo mi relación con el GPS, cuando me compre otro mejor, no creo que nunca cambien.
Aun así sigo sintiéndome distinta, mejor dicho me veo de otra manera. Si bien empezaba a aceptarme con todos mis miedos, ahora sé la fuerza que tengo. He aprendido que mi genio sale cuando me siento herida, me defiendo y me protejo; que hablo porque me gusta la gente, que hay gente que necesita que le hable, esa misma gente que me escucha y me recoge cuando necesito hablar. Que me gusta cantar porque la música me da vida y tengo mucha energía y me despisto porque no soy ajena a lo que sucede a mi alrededor.
¿Valió la pena el cambio?  Yo  estoy segura que sí, puede todo haya ido genial o que el resultado no fuera el esperado, el que yo me proponía o por el cual me había ilusionado. Pero la evolución esa es la parte realmente importante, aquella que te abre la puerta a otro cambio o otra oportunidad, que no tiene que empezar hoy, ni mañana, todo llega en su momento pero te recuerda que siempre valió la pena haberlo intentado y si se da el caso valdrá la pena volverlo a intentar.


lunes, 11 de febrero de 2013

Los días enteros

Hace siglos que  no escribo, de verdad que lo echaba de menos, parece ser que últimamente no encuentro el momento para ordenar mis ideas. Esto tiene una parte positiva y otra negativa. Si no tengo un momento para dedicarme a escribir petoniadas, quiere decir que estoy muy ocupada, sin tiempo para dar vueltas a las cosas, pero a la vez, sin tiempo de poder apreciarlas o valorar las enseñanzas.
Cuando escribo en este blog, lo hago de mi y de mis pensamientos, es lógico. Soy de las que piensa que no puedo hablar de las cosas que no conozco por eso hablo de mis experiencias. El caso es que hablar de mi o lo que siento, es lo que hago siempre, eso me convierte en una persona bastante egocéntrica. Supongo que quien me conoce lo sabe, quien me quiere me acepta y el resto me respeta o directamente me ignora.
Bien es cierto que una no puede pasarse el día pensando en los demás, pero si encontrar el equilibrio, aprender a callar y saber escuchar. Eso seria lo ideal. Pero he de ser sincera conmigo misma, yo soy así.
Es algo de lo que una no se siente orgullosa pero se acepta tal y como es. Sinceramente creo que hasta que no eres capaz de reconocer tus defectos, no puedes encontrar la manera de compenasarlos, en el caso que sea necesario, e incluso ver la parte positiva de los mismos.
Nos empeñamos en ver la parte negativa de los defectos pero muchos veces esos defectos son esas virtudes que te diferencian del resto de las personas y te une a otras como tú de peculiares.
Me sorprende la seriedad con la que he iniciado este post, al principio iba con miedo, hacia tanto que no escribía que no sabía si sería capaz de ordenar ideas. Y todo ha empezado a fluir al recordar algo que me ha sucedido esta mañana y me ha hecho ver que no tengo remedio. Pero tampoco voy a darle más importancia de la que tiene. Para que hacer caso a medio días, habiendo días enteros.
Esta frase me la dijeron por primera vez hace mucho tiempo en un contexto de bromas y risas. Y el paso del tiempo me ha enseñado a entenderla.  Yo suelo aplicarla cuando me da la gana y en distintos contextos. Pero de todos extraigo la misma conclusión, no dedicar tiempo a aquello que no vale la pena, habiendo cosas que si la valen.
Creo que por eso la digo tanto, porque a veces lo olvido y me despisto con cosas que no me generan buenos sentimientos y esta frase me recuerda aquellas cosas que me hacen sentir bien. Quería compartir esta frase en mi blog, puede que siempre este hablando de mi y  muchas de las cosas que cuento no son interesantes pero hay otras que vale la pena compartir.