jueves, 24 de octubre de 2013

La mudanza.

Estos días vuelvo a estar ocupada en otro cambio. De todos los que he hecho hasta ahora, este es el que más miedo estoy sintiendo. He incluso en el que me he visto superada más veces. Me parece increíble que me asuste algo que he hecho tantas veces, para ser exactos, cinco veces en los últimos nueve años. 
Supongo que este miedo viene dado porque lo he vinculado a un pasar página definitivo. A un aquí y un ahora muy distintos a los que había hecho hasta la fecha. Tengo la sensación que soy más sabía y tengo muy localizados mis puntos débiles. 
Decididamente he llegado a la conclusión que mi único miedo es salir de la zona de bienestar a la que me acostumbrado estos años. Me guste o no, una se acomoda a una serie de vivencias y salir o romper esas costumbres te deja totalmente desprotegida ante un futuro incierto.
Es precisamente esa sensación, la del miedo, la que te hace estar alerta. Esa misma que hoy me ha permitido aprender una lección muy importante.
Hoy me he llevado una nueva decepción, sumada a las que ya tengo aculadas en la mochila me la he tomado francamente muy mal.
He llorado algo, he dicho muchas tonterías y después de un rato he decidido tomar el toro por los cuernos y aclarar la situación llamando a la persona que me había fallado. Llámame antigua pero parte de mi gran disgusto ha sido precisamente por eso, por no decirme las cosas a la cara y esconderse detrás de un mensaje de texto.
No me ha sorprendido que no descolgara el teléfono , ni tampoco que no respondiera el mensaje que le he envidado después explicando los motivos de mi llamada. Mi única intención era exigir el mínimo respeto que merezco. Entonces es cuando me he dado cuenta que no son las personas las que te decepcionan es lo que tu proyectas en ellas.
Hasta esta tarde esa persona contaba con mi respeto y mi admiración, pensaba que era una persona sincera y honesta, eso nadie me lo había dicho, lo proyecté yo solita. Después de ver las maneras en las que me ha echado la jarra de agua fría, me he dado cuenta que no se puede esperar nada de una persona así.
En otras circunstancias estoy segura que no hubiese forzado la situación a conocer la verdad, de repente un día, en mi caso ha sido hoy,  te dices a ti misma por que te has de quedar con la duda pudiendo directamente preguntar a la fuente. No me esperaba para nada esa respuesta, también me toca ser sincera.
Lo importante es que haciéndolo  hoy he salido de mi zona de bienestar, aquella de la duda eterna, en la que no me siento bien pero no me dan la bofetada.
Ahora tengo la certeza que ha sido una bofetada para despertarme y estoy muy relajada, como los niños pequeños después de la pataleta.
Me doy cuenta de toda la energía que he perdido durante tanto años sumida en la duda, no con esta persona en concreto, hace demasiado tiempo que repito el mismo patrón, solo  para no tener que enfrentarme a las situaciones conflictivas, claramente por miedo a oír algo que no me gusta.
Lo que también me hace deducir que la duda surge cuando ya ves que aquello no es como tiene que ser o no estas controlando la situación. Es ese el motivo del miedo, el no querer afrontar la realidad. Hablo de mi miedo por supuesto.
Cambiarme de casa esta vez, quizás era más necesario de lo que me creía. Esta larguísima mudanza me esta haciendo perder lastres en el camino que ni yo misma sabía que lo eran, además de aprender cosas, tales como, para que las cosas sean fáciles, antes has de ser valiente y  tomar decisiones difíciles.

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