Hace un momento he salido de trabajar y he cogido mi coche como siempre para volver a casa. Mi corto trayecto del trabajo a casa es en gran parte urbano. Lo típico semáforos, gente que pasa por donde le da la gana sin mirar, capullos que te dejan el coche en doble fila, para que seguir, no cuento nada nuevo.
Voy a profundizar en esto segundo que he nombrado antes, la gente que pasa por donde le da la gana, primos hermanos de los que pasan con el semáforo en rojo. Esta gente, normalmente, cruza la calle sin mirar, entonces cuando ya están en medio de la carretera es cuando miran, cosa que se agradece, porque en ese momento te regalan una ridícula carrera que si propusieran hacerla aposta no les sale ni la mitad de cómica. Están esos que mueven los brazos muy deprisa a pasitos pequeños que casi no se mueven, los que ponen cara de me pilla me pilla, los que se ahogan y los mejores, los que más me gustan son los abuelos que ponen cara de velocidad y van con su bastoncico al mismo paso que iban antes, cuando me encuentro un abuelo de estos siempre pienso "si lo pillo 100 puntos y una pensión menos". Es broma, nuca lo haría. Mi abuelo Paco era de estos, por eso son mis preferidos.
Yo hablo mucho porque observo esto mientras conduzco, pero cuando soy peatona hago igual, voy a mi rollo y si estoy hablando por teléfono por la calle soy lo peor, entonces los cabrones pasan a ser los conductores.
Cuando conducimos la mayoría nos transformamos, o al menos yo, esta es una frase muy típica y tópica pero gran verdad.
Hay los que se transforman cuando conducen y los hay que se transforman cuando van de copilotos, estos últimos son lo peor, capaces de sacar lo peor de cualquier conductor, como si no fuese ya duro conducir con tanto peatón irresponsable suelto y subnormales a los que le regalaron el carnet de conducir, además tienes que oír el crispante "cuidado", eso en el mejor de los casos. Seguro que todos conocemos alguno al que incluso le hemos llegado a decir "mira, me estas tocando lo que no tengo, o te callas o te bajas del coche, aquí en medio de la nada". Momento en el que pasas a ser tu la mala por ese mal carácter, pero no nos engañemos los malos son esos insensibles copilotos que potenciaron y sacaron lo peor de ti. Y que no tengas la mala suerte de que te pase algo, lo que sea, desde un frenazo por un peatón despistado o un bache, de esos que están en todas partes, que no has visto y pegas un pequeño bote, entonces tienes que oír el "ves te lo estaba diciendo, es que vas acelerada". Es en ese momento cuando rezo en lo mas profundo de mi alma "Dios, dame paciencia porque como me des fuerza lo reviento".
Cuando más confianza en la vida peatonal hay con el copiloto, más dura es la transformación, muchas veces esos seres transformados no tienen ni la licencia de conducir, pero entienden de todo, yo creo que es el asiento de la derecha lo que les proporciona esos super poderes que los transforma y hace de ellos seres totalmente odiosos.
En fin, que hoy volví a casa, me pare en un semáforo que estaba en rojo y cuando este se puso en verde e inicie mi marcha, un chica gordita y muy despistada que paso con su semáforo en rojo sin mirar, justo cuando estaba en la mitad de la carretera, me vio e inició su cómica carrera, de bracicos acelerados y piernas que no responden, de aquí mi inspiración y mi consejo, si subes a mi fantástico Honda y conduzco yo, boquita cerrada o si no te vas a pata.
Cuando conducimos la mayoría nos transformamos, o al menos yo, esta es una frase muy típica y tópica pero gran verdad.
Hay los que se transforman cuando conducen y los hay que se transforman cuando van de copilotos, estos últimos son lo peor, capaces de sacar lo peor de cualquier conductor, como si no fuese ya duro conducir con tanto peatón irresponsable suelto y subnormales a los que le regalaron el carnet de conducir, además tienes que oír el crispante "cuidado", eso en el mejor de los casos. Seguro que todos conocemos alguno al que incluso le hemos llegado a decir "mira, me estas tocando lo que no tengo, o te callas o te bajas del coche, aquí en medio de la nada". Momento en el que pasas a ser tu la mala por ese mal carácter, pero no nos engañemos los malos son esos insensibles copilotos que potenciaron y sacaron lo peor de ti. Y que no tengas la mala suerte de que te pase algo, lo que sea, desde un frenazo por un peatón despistado o un bache, de esos que están en todas partes, que no has visto y pegas un pequeño bote, entonces tienes que oír el "ves te lo estaba diciendo, es que vas acelerada". Es en ese momento cuando rezo en lo mas profundo de mi alma "Dios, dame paciencia porque como me des fuerza lo reviento".
Cuando más confianza en la vida peatonal hay con el copiloto, más dura es la transformación, muchas veces esos seres transformados no tienen ni la licencia de conducir, pero entienden de todo, yo creo que es el asiento de la derecha lo que les proporciona esos super poderes que los transforma y hace de ellos seres totalmente odiosos.
En fin, que hoy volví a casa, me pare en un semáforo que estaba en rojo y cuando este se puso en verde e inicie mi marcha, un chica gordita y muy despistada que paso con su semáforo en rojo sin mirar, justo cuando estaba en la mitad de la carretera, me vio e inició su cómica carrera, de bracicos acelerados y piernas que no responden, de aquí mi inspiración y mi consejo, si subes a mi fantástico Honda y conduzco yo, boquita cerrada o si no te vas a pata.
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